Subida del coste energético del regadío

El impacto de los costes energéticos en la factura de los agricultores no solo se explica por las constantes subidas del precio de la luz. Influyen también las peculiaridades de los contratos que se ven obligados a firmar con las comercializadoras y que se caracterizan por incluir una alta potencia contratada y un consumo muy desigual que varía notablemente según la época del año.

Dicho de otra manera, el agricultor necesita una alta potencia para realizar el riego durante la campaña de verano, pero no así durante el resto del año, en el que sin embargo se ve abocado a pagar por este término (que es el que más se ha encarecido) a pesar de no hacer uso de él. Podría darse de baja en el servicio o cambiar de peajes durante los meses de menor consumo y volver a darse de alta cuando es necesaria mayor potencia, pero esta alternativa supone un incremento de los gastos mucho mayor.

Es cierto, y así lo reconocen los representantes de las organizaciones agrarias y de las comunidades de regantes, que en los últimos años los precios de las producciones han permitido compensar estas subidas. Pero advierten que si los precios de las cosechas vuelven a situarse en los niveles de hace unos años muchas de las explotaciones agrícolas que han modernizado y que dependen de los consumos energéticos tendrán serios problemas de rentabilidad.

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En caso de que los precios de los productos volvieran a niveles de antes de la subida de los cereales y los forrajes, el coste energético se llevaría por delante algunos cultivos que no se podrían rentabilizar. Los regantes han realizado millonarias inversiones para modernizar los regadíos, pero la escalada de precios de los costes energéticos pueden acabar con la modernización del regadío e incluso con algunos cultivos extensivos.

El incremento de las tarifas eléctricas resulta además ahora mucho más grave para los regantes, dado que su consumo energético ha crecido en más de un 50% como consecuencia de la modernización realizada. Gracias a la inversión hecha en instalaciones de riego más avanzadas, el regadío español ha sido capaz de ahorrar hasta un 20% de recursos hídricos, pero ahora es mucho más dependiente de la electricidad, y por tanto mucho más vulnerable a una subida del precio de la energía de estas características. Los costes eléctricos ya representan más del 40% en los costes totales del agua de riego.

Existen medidas drásticas para intentar evitar el consumo de energía en la mayor medida posible. Son las que se están poniendo en práctica en los regadíos del Canal de Aragón y Cataluña donde se están instalando tuberías laterales y directas para suministrar agua a presión natural a toda la zona regable, liberando así a los agricultores del consumo energético.